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No importa lo cerca que esté. No te conozco a pesar de la intimidad física. Del mismo modo que estoy todo el tiempo en contacto c...

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No importa lo cerca que esté. No te conozco a pesar de la intimidad física. Del mismo modo que estoy todo el tiempo en contacto con la realidad y sigo sin conocerla.
Material de paranoia.
Es más, me hallo todo el tiempo conmigo, me acompaño, me escucho, me soporto, me entiendo y no me conozco. La intimidad, la frecuencia, la costumbre y la cotidianeidad son sólo eso y no más. ¿Y si la cercanía es extrema al grado de crear ilusión de identidad? Cuando eso que llamamos fuero interno me habla, esa voz interior, doy por hecho que soy yo mismo, ¿y si es, en realidad, alguien o algo más que está tan cerca de mí que parece mío? Seguro estaba que si ponía mucha intención en un ambiente calmo, podría escucharme a mí mismo, siempre se hallaba esa voz conmigo. Hoy sospecho de las voces, pues parece que no las hay: cuando me siento y la serenidad me envuelve y rellena, lo único que siento es silencio… Y tú ¿qué pretendes? ¿Que por desnuda estás en mi memoria?
No. No te vistas. Cubrir tu hermoso cuerpo sólo te hará un poco más aburrida, no ayudará en nada a que te crea mi conocida. Te recordaría o ¿tal vez te conocí con ropa cuando te conocí?... No, no te estoy diciendo que seas fácil. Sí, te creo: sólo eres una puta conmigo. Lo cual me lleva a deducir que podrías ser dos con los demás… no, no te ofendas. Y no, no recuerdo la noche anterior. ¿Qué tiene que no la recuerde? Podrías platicármela; no pasa nada. O, aún mejor, podríamos revivirla. ¿Qué no puedes estar con alguien que no sabe tu nombre? Pero eso no es importante. No, no; está bien que te guste tu nombre. A mí el mío  me da igual; que a alguien le guste su nombre es como aquél esclavo al que le gustaban sus cadenas: no entiendo cómo pueden gustar de algo que no decidieron; en todo caso, al paso del tiempo y a fuerza de costumbre, le he agarrado hasta cariño, pero no lo disfruto, y ¿gustarme? menos. No, me malinterpretas: no soy grosero: así soy. No, querida, no es lo mismo. Algo me intriga, ¿ayer eras así como estás hoy? Que ¿cómo estás? Pues ¿qué no te ves? No, no quiero ofenderte. No te ofendas, por favor. U oféndete. Total, yo ni te conozco, pero eso sí, antes ven acá y déjame meterme en esa gigantesca pijama que traes. ¿Ves como sí cabemos los dos? Y a parte de ser olvidada, a ¿qué más te dedicas?
Material de paranoia.
Con que las cosas están así: me despierto junto a ti, ambos desnudos, y se supone que nos conocemos —lo cual me sería bastante natural— pero yo no te recuerdo. Revisé mis ropas y sí me recuerdo a mí (mismo) como yo (mismo), me reconozco, pero lo que es a ti… Sólo no me vengas con que estamos casados. Necesito calmarme; ¿cómo que no puedo entrar al baño? No. Ese no es mi nombre. Ahora no lo recuerdo pero no es ese… voy al baño, no me importa quién digas que está ahí…
¿Quién carajos está en el baño?
No. Tampoco la conozco. ¿¡Tú tampoco la conoces!? Quizá mi fallo de memoria sea contagioso. ¿Tal vez preguntándole a la del baño?, ¡tal vez ella sepa quién soy!
No. Tú no sabes quién soy; sí, yo tampoco lo sé. Sí, necesitamos un desempate aquí. Yo voto por mí, tú por ti. Voy al baño a hablar con ella.
¡Genial! La del baño vota por ella misma.
¡Sí, anda, ve y reza! Como si nos fuera a salvar de todo esto una simple oración hasta acá, tan alejados del  āshram.







@aleljndr

2 comentarios:

  1. Cuanta -si es que se puede hablar de cantidad- paranoia. No necesitaba más para este viernes que sin terminar de amanecer le he colgado la etiqueta de "locos".

    "Hablas" -dese donde estoy puedo "verte" gesticulando, caminando, asustado, empertérrito ante lo inimaginable- tratando de descifrar las yo que te habitan. Tienes un hálito de locura rondando tu cabeza. ¿Sabes que a los locos nadie los entiende? Preffieren etiquetarlos y hacer coa omiso de sus voces.

    Hablas del nombre. Fui favorecida con un nombre " bonito". Original en el mejor de los casos. Claro que si me meto a buscar en Google hay millones que se llaman como yo xa nunca yo como ellas- cargando el mismo "original" nombre.

    Siendo sincera me gusta pero como me podría gustar mi piel mis ojos o mi sexo. Me gusta porque no puedo cambiarlo. Ni siquiera sé si querría cambiarlo, he aprendido a ser masoquista,

    Me asombra -si es que entendí bien- la capacidad que tienes para entablar un diálogo con tus otros "yo". Yo no puedo o no quiero hacerlo. Me asustaría el raciocinio con el que me respondería. Mucho me temo que no estoy preparada para hablar conmigo misma.

    Dentro de mi hay muchas "yo' -disculpa el exceso de comillas- Jennifer Natasha, la MaLquEridA, Almudena Ruipérez, Tití cabeza de León, Chikis, Cinderella Star, Flor de María, y otras más que no recuerdo. Nunca he entablado diálogo on ellas, mucho menos con mi conciencia.

    Escribes muy profundo, tanto que tu escrito ha provocado que caiga en un pozo sin fondo tras mi verdadero yo.

    Me quito el sombrero.

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  2. Hoy leí: hay dos clases de escritores: los que piensan y los que hacen pensar. Tú me haces pensar. No te lo agradezco, pensar hace que me duela la cabeza.

    Lo mas importante es que eres escrito. Lo demás será -como dice la "vedette" de Bunbury, siempre lo de menos,

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