Tardó más de
lo acostumbrado en convencer al espejo, con una falda corta y una blusa sin
espalda de mangas hasta el codo lo logró; del peinado poco tiempo que lo ha
dado por perdido, pues, nada lacia, no sólo con la humedad se le vuelve
revoltoso, sino que el más mínimo cambio de temperatura lo arruina. Pero una
vez resignada, le tomó cariño, lo dejó de maltratar con tinturas y le permitió
crecer hasta media espalda, se le miraba muy bien. De ropa interior se decidió
por unas transparencias en negro, la tanga no sabía si llevarla o no; al final
se la dejó puesta. Si se arrepentía de llevarla podía escaparse al baño para
quitarla y guardarla en la bolsa. Ésta idea le hizo sonreír, pues más de una
vez, usando falda, por variadas razones se ha quitado el blúmer. De lo que no
dudó ni un instante fue de la depilación, le gusta cómo se siente y se ve su
entrepierna.
Cuando niña, compartía mucho con su madre, eran muy
unidas, al crecer eso cambió, también empezaron a chocar; una de las
discusiones trataba sobre la lectura. Su madre siempre que la miraba leyendo le
reprendía y le exigía que se pusiera a hacer algo. Otra problemática era la
música, así que ella, por orden materna, no tenía permitido sonar su música en
casa mientras no estuviera sola; parece grave, pero nada que un par de
audífonos no solucionara. Y así hacía, siempre que quería escuchar algo, usaba
audífonos. Pero, como todos sabemos, la solución a un problema crea otros
problemas: una noche, puso un álbum en su aparato portátil, algún disco en vivo
de Krahe o tal vez el demo de Ótica, el asunto es que medio cantaba, medio bailaba;
fue al baño y entró justo cuando su madre salía de la regadera, por la sorpresa
la toalla se cayó dejando a la vista su pelvis sin vello. Su madre dijo algo,
ella no alcanzó a leer sus labios. Salió y cerró la puerta. Fue sólo un
instante. Ninguna de las dos le dio importancia. Por la noche la despertó un
sueño húmedo, antes había tenido alguno, pero ese era, hasta entonces, el más
intenso. No puedo describir el sueño, no por pudor, sino porque un sueño, al
contarse, se desvirtúa; al ponerlo en palabras se complementa y el relato ya no
es fiel, contar un sueño se aleja del sueño mismo. Lo que es necesario decir es
que en su sueño ella tampoco tenía vello. No pudo dormir bien esa noche. Ni el
resto de la semana hasta que compró lo necesario.
A la primera oportunidad que tuvo de estar sola en
casa y después de documentarse a conciencia, se dedicó a usar por primera vez
sus adminículos depilatorios. He sabido de cada desgracia ocurrida a primerizas
y curiosas, pero a ella todo le salió bien; claro, sus ojos lagrimearon de
dolor un par de veces, pero lo logró, allí estaba, depilada, como en su sueño.
Pasó largo rato frente al espejo, era la primera vez que miraba esa parte de su
cuerpo. Le resultaba tan extraño que pensaba estar mirando a alguien más. Eso
la ruborizaba. Ese día, cosa rara, se fue temprano a la cama; por la noche no
pudo dejar de tentar toda la zona de la piel sin vello, pasaba sus dedos,
ligeros, de manera suave, lentamente; un dolor en la muñeca apareció, la
solución fue quitarse el hot pants, luego se sintió incómoda y se puso
el pantaloncillo de su piyama ya sin nada abajo, eso le sentó muy bien, estaba
muy excitada, hasta creyó revivir un sueño húmedo y casi sin querer, entre sus
caricias, comenzó a humedecerse, una cosa llevo a otra (como en esos casos
siempre ocurre) y aquí me tiene describiendo la primera vez que ella se tocó.
Sólo con un dedo, el índice, y sólo tocándose, sin introducirlo entre sus
labios.
Por eso iba
depilada, porque le gustaba mucho sentirse en condiciones cotidianas sin vello,
y más si tenía una cita con alguien, sin importar si había oportunidad de
fornicar, ella estaba satisfecha, le gustaba sentirse al cruzar las
piernas, al abrirlas la frescura si llevaba falda, en el cine, en un lugar
tomando una cerveza, donde fuera; luego, cuando se la pasaba bien, ya sea
bailando o platicando, de repente, cruzaba las piernas y siempre se le escapaba
una sonrisilla al recordar su piel sin vello.
No era la primera vez que Alf y Patricia se veían,
pero hoy podría ser su primera vez.
a.
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