Por Jano.
Primera vez
§
Y allí estábamos los cinco más Maya; en el B. K. de L. V. Impacientes y aún esperando.
No soy mucho de citas. Pero esta vez quedamos para que nos llevaran al lugar de la tocada, pu’s no aparece en el GuíaRoji y nadie de nosotros sabe llegar. Toño sospecha que queda cerca de la cabaña del Greñax. Ya veremos.
Mientras, pasaba el tiempo y nadie por nosotros.
¿Temprano? Para nada, de hecho llegamos ½ hora tarde.
La desventaja de ser impuntual: cuando llegas tarde a una cita y nadie llega no sabes si estuvieron puntuales y, cansados de esperar, se retiraron o si son más impuntuales que tú y no llegan aún, o si, simplemente, te han plantado.
Una vez me plantaron. Quedé con una chica. Llegué justo a tiempo, me senté y puse a leer, ahora ya no recuerdo qué, era un librazo de seguro, pero entre hojas se me pasó el tiempo volando. Cuando detuve a mirar el reloj: ya había pasado una hora. Decidí no esperar más, el separador rebanó el libro, levante mi miserable cuerpo y deserté un poco decepcionado. Ella llamó al instante. Como si estuviera espiándome y al ver que me retiraba toma el celular y marca.
—¿Dónde estás?
—Justo en donde quedamos.
—Estoy ahí en 15 minutos. Es que se me hizo tarde.
—Olvídalo. Me voy.
—No. Espérame.
—No. Ya esperé 1 hora.
—Pero voy para allá.
—Me voy. Me has plantado.
—Claro que no. Voy tarde. Es todo.
—Estar tarde es 20 minutos, hasta 30, no 60… menos 75. Adiós.
Me dejó plantado.
§
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