Zafado en México también significa demente. Me
enteré de esto al hacer público mi problema con la caminada. Ignoro si olvidé
caminar o si, de repente, advertí que no sabía. Se me hace curioso que mi problema del caminar apareciera cuando
buscaba aprender a sentarme. Como si al intentar aprender algo nuevo se debiera
olvidar algo ya aprendido: lugar común. Cuestión de capacidad: si el contenedor
está lleno al borde, el único modo de meter más contenido es desplazando al que
ya tiene para cambiarlo por el nuevo. (Meta)Física básica: dos cuerpos ideales
no pueden estar en el mismo espacio ideal. Tal vez así es.
Hacía un tiempo que practicaba sentarme, un día, al
término de la sesión de sentado, me levanté y caminé, sin embargo, me sentí muy
raro. No supe qué causó la extrañeza y seguí caminando. Llegué a pensar que
todo se debía a mis progresos en la práctica del sentado, también se me ocurrió
que estaba olvidando algo como hacer la tarea o algún aniversario. Pero no.
Nada de eso. Simplemente olvidé cómo caminar.
Todo cambió a partir de esa sesión. Caminaba, sí,
pero no sabía cómo sucedía aquello ni cómo debía hacerlo. Y luego empeoré.
Tratando de resolver el problema entré a la Iglesia del Dios de la Etiología.
Quizá por la vía de una de sus revelaciones científicas inspiradas por métodos
matemáticos obtendría una respuesta.
Esta nueva fe —al menos para mí, pues existe y se
practica desde hace mucho— me condujo a clarificar la cuestión, o yo ya sabía
caminar y al sentarme lo olvidé o al sentarme me había dado cuenta de que nunca
supe caminar. Resolver esta disyunción exclusiva es más tortuoso aún que la
perplejidad que me causa el problema, sin importar lo que lo provoque. El
traslado no es traba. Pues de caminar, ya caminaba desde hace mucho. Pero
ahora, siempre me siento incómodo, anormal, poco natural, incorrecto y, por
supuesto, inseguro. Sigo siendo capaz de ir de un lado a otro usando mis
extremidades, pero dudo si a eso que yo hago se le pueda dar el nombre de
caminar.
No camino aunque camino. Lo olvidé, ya no sé hacerlo
o nunca lo supe. Todo el tiempo lo intento, sí. Pero en mis intentos me siento
que no camino. Cada intento es diferente, y eso me desquicia, pues mientras
para los demás poseo una amplia variedad de estilos al andar, para mí, en
realidad, es un problema permanente.
Escribo esto no para entretenerlos, lo hago para
pedir desesperadamente su ayuda: si conocen a alguien que enseñe a caminar,
díganle que tendrá en mí al discípulo más puro que se pueda hallar. Mientras,
tendré paciencia.
@aleljndr
Enseñar a caminar a alguien que es experto en ello es más complicado que aprender esperanto.
ResponderEliminarComo sea, caminar sabes, lo que quizá ignores es hacía dónde dirigir tus pasos.
Un saludo