Colaboro en
una banda poco usual. Arrítmico de nacimiento, no podía ser músico, pero mi
facilidad con la que llamo “el arte para idiotas”, me faculta para ser el
letrista.
En otras
épocas de la historia humana no sé, pero de la actual me consta que la
literatura es el arte para idiotas, esto se desprende de la forma de
organización de la educación. Ésta tiene un pilar: la habilidad; que posee dos
caras: la numérica y la lingüística. Por ello escribir es básico; no pintar, ni
bailar. Así la literatura, aun siendo una expresión artística compleja -cuál no-, es la
más accesible de las artes todas. A su sombra creció el concepto del
best-seller.
Éste fenómeno
se presenta, con ligeras variantes en otro Arte: la música, y a su sombra crece
el rock y el pop.
La yerba
crece cerca del árbol pero no lo perturba. En todo caso es una molestia para
los recolectores de sus frutos y para los buscadores de tranquilidad a su
sombra.
Al principio
ayudé a la vocalista a escribir la letra de las canciones. Luego me quedé con
el puesto cuando ella los abandonó.
Les
explicó que buscaba hacer algo más estructurado, algo más concreto. Fue una
lástima para la banda, porque perdían una excelente voz. En realidad ella nunca
estuvo realmente convencida de la banda ni de lo que ella llamaba, la política
de la banda, que estaba expresada en algo que ellos llaman El Manifiesto cuya
única falla era que nadie conocía.
a.
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