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  § Creo que el Universo está bien, que es equilibrado. Y cuando no lo vemos así, somos nosotros los que no somos así: No vemos las cosa...

Consideraciones económicas. Miscelánea II Consideraciones económicas. Miscelánea II

Consideraciones económicas. Miscelánea II

Consideraciones económicas. Miscelánea II

 

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Creo que el Universo está bien, que es equilibrado. Y cuando no lo vemos así, somos nosotros los que no somos así:

No vemos las cosas como son. Vemos las cosas como somos nosotros.

Confucio.

Si voy a creer en la Ley del Karma o la Ley de Causa y Efecto o la 3ª. de Newton —úsese el nombre que menos prurito cause—; el Universo podría lucir desequilibrado porque al existir en él no lo obedecemos y lo afectamos con causas desequilibradas que generan —obviamente— efectos desequilibrados que, de todas formas, el Universo, eventualmente, buscará equilibrar.

Hay incontables formas en la que desequilibramos nuestro entorno, o sea, la parte del Universo que nos rodea, la que nos queda menos lejos; y hay dos grandes tipos de desequilibrios, en los que evitando las causas buscamos los efectos y viceversa, en los que buscamos las causas evitando los efectos.

Muchos ejemplos pueden ser usados para explicar ambos tipos.

Cuando pago a alguien por limpiar mi casa estoy desequilibrando el Universo pues para disfrutar de un lugar limpio (efecto) hay que limpiarlo (causa). Aquí sólo se busca el efecto evitando la causa. Así, el que limpia no disfruta de lo que limpia, se le paga, sí, pero la cadena causal sería:

Causa: limpio

Entonces:

Efecto: estoy en algo, un lugar, limpio (y cansado por el trabajo de limpiar).

Y no:

Causa: limpio

Entonces:

Efecto: tengo dinero (y cansancio por limpiar), pero no disfruto lo que limpié.

Ni:

Causa: pago

Entonces:

Efecto: estoy en un lugar limpio (sin cansancio por limpiar)

¿Será que el dinero desequilibra la causalidad?

El que paga para que limpien está desequilibrando la causalidad, pues en vez de limpiar para disfrutar su casa limpia, por ejemplo, sólo paga. Cuando quiera algo limpio pagará y cuando disfruta lo limpio, no está en realidad disfrutando lo limpio, sino el haber pagado por ello y cuando ensucia está gozando los frutos del pago realizado. Así, aunque le quedaran claros los beneficios de gozar de lo limpio, nunca comprenderá lo que es limpiar, ya no digo valorarlo (de valor) aunque lo aprecie (de precio).

El que cobra por limpiar no goza de lo limpiado, goza del pago de lo limpiado, y cuando llegue a su casa, tendrá que volver a limpiar aunque ya haya limpiado antes una casa que no le pertenece; le quedará claro lo que es limpiar, pero no comprenderá el gozo que hay en el disfrute de lo limpio a menos que se canse el doble; una vez por limpiar lo ajeno y la segunda por lo propio.

No sé si con estas palabras quede claro el desequilibrio que veo. También es ordinario evitar los efectos y buscar las causas. Por ejemplo, al beber se disfruta el sabor y la embriaguez del alcohol, pero se evita la resaca. En este sentido: fornicar sin procrear, comer mucho sin engordar, arriesgarse sin sufrir y vivir sin dolencias, serían formas en las que desequilibramos el Universo.

O, dicho de otra manera, deberíamos preguntarnos sobre todo el sufrimiento que padecemos ¿qué tanto se debe a nosotros mismos? ¿Qué tanto de la hostilidad que vemos en el Universo la generamos nosotros? De la crueldad que vemos en la Naturaleza ¿qué parte está generada por nuestra crueldad hacia ella?

De lo que veo en el otro ¿qué tanto es mío?



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El habla y la forma de pensar de la Economía se usa y rige partes de lo social lejos de lo económico. En las relaciones sentimentales y amorosas se puede ver.

Se busca medir el amor…

—¿Me quieres?

—Sí.

—¿Cuánto?


…y se busca mercantilizarlo: la fidelidad está asociada a la idea de propiedad:

Mi novia

Mi esposa

Mi prometida

La pareja es otra posesión más, es una propiedad, como si nunca se hubiera abolido la esclavitud. “Es mi pareja y sólo coje conmigo” es como “es mi auto y yo decido quién lo maneja y quien no” Se trata, entonces, de esclavitud sexual.

Por otro lado, la fidelidad no existe, el mandamiento ese sobre no codiciar a la mujer del prójimo, no se respeta. Todos, al menos por un microsegundo mentalmente hemos sido infieles. Me imagino haciendo lo indecible moralmente y lo inefable fisiológicamente con alguna estrella de la farándula o, al menos, con la más tetona o culona de la escuela y o el trabajo, a veces, incluso, con todas a la vez. Normal.

Yo, ilusamente, estoy seguro de que el amor es libertad.

Cuando estoy con alguien a quien amo, no la puedo limitar. No soy perfecto y por mera probabilidad ella puede hallar a alguien mejor que yo para ella, a alguien que la satisfaga justo como ella quiera ser satisfecha. Si la amo, entonces no podría quitarle, negarle ni prohibirle esa posibilidad, al contrario: como la amo, quiero que esté bien. Si lo logra conmigo: bienvenida. Si con alguien más: ni modo: yo me lo pierdo.


La receta.

Aquí entre nos, yo conozco el método infalible para tener una buena relación.

No hay pasos establecidos, no existe instructivo pero sí un proceso. Un proceso que se tiene que basar en una absoluta, desvergonzada y cínica sinceridad:

Hay que aclarar todo en todo momento y desde el principio. Todo: sexo, concepciones sociales, fidelidad, atracciones físicas, hijos, profesión, rencores, temores y temblores, etc.

Todo: TODO: y esto antes que nada: antes de salir, coger y antes, por supuesto de enamorarse.

Y si la relación se da, se debe seguir diciéndose todo aunque no haya cambios y cuando los haya.

A esto también se le puede llamar: La Fórmula del Amor.





r. Salazar

 

 

 

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