La primera no se olvida.... (Segunda Parte)

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Y ahora que estoy esperando, otra vez, me doy cuenta que nadie antes me había plantado nunca. ¡Carajo! Por esto no me gusta esperar; leyendo se flexiona el tiempo mientras se tragan líneas y líneas; pero esperar sin lectura sólo te lleva a pensar en pendejadas, en cosas que no debes pensar.

No soy mucho de citas, pero nadie me había plantado.

Mientras tanto ya 20 minutos en el B. K. y nadie estaba por nosotros. Quizá nos retiraron la invitación a tocar y olvidaron avisarnos. ¡Ja! Eso sería plantar a una banda. Quizá esperaron por nosotros un rato y luego se fueron, quizá estaban por llegar (!?). De cualquier modo decidimos no esperar más. Raúl resolvió ir a casa de su novia y de ahí irnos al lugar de la tocada.



La novia de Raúl es baterista de Los Razieles, la banda que nos invitó al evento de hoy. Raúl acompañó a la banda de su novia a tocar al mismo evento pero del año pasado, el pedo estuvo en que se puso tan borracho que olvidó como llegar. Lo único que sabemos: es un parque en medio del bosque; el toquín inicia al medio día del sábado y termina a las 4 a.m. del domingo. Pero ya saben como es eso de tocar con varias bandas: se te programa a las 6 p.m. y te estás subiendo al escenario dos o hasta tres horas después.



¡Vámonos pues! En el diablo se trepan Raúl, Carlos’n’Maltos y Gabriel al volante. En el murciélago vamos Maya, Toño y yo de chofer. El diablo guía, pues sólo Raúl sabe llegar a la casa de su novia…y ¡qué bueno!; pues eso de que toda la banda sepa llegar a la casa de tu vieja, pu’s como que podría ocasionar pedos, ¿no?

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La casa de la novia de Raúl está en una de esas privadas-ciudad que no son colonias, sino residenciales gigantescos a los cuales sólo se puede acceder pasando por casetas de seguridad con cámaras, hay que sonreír a los polis y mostrar el I.F.E. mientras se actúa como gente decente.

Ya adentro de esta mini-ciudad —pues hasta mini-centro comercial tiene— paseamos por entre su entramado de calles privadas forradas de casas realmente imponentes, grandes y lujosas. Los coches más jodidos que se ven son el murciélago y el diablo, de ahí en fuera sólo Mercedes, Audi’s, las versiones de lujo de Honda, Hummer’s y un par de BMW’s. ¡Pura gente jodida!.

—Aquí es.

Nos dice Raúl por el radio. De esos radios portátiles que transmiten por banda civil que decidimos llevar uno en cada carro, por si nos perdíamos. Nunca sobran, son juguetes muy útiles.

Detenemos y bajamos a tirar una ojeada a las casas. Nadie dice nada.

Ahora tenemos que esperar —otra vez— a que Los Razieles carguen con sus cosas y estén listos para salir. Ellos nos invitaron, nada más ellos saben llegar: ¡ni pedo!

Cont...