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En No hay fallo, una rola (o track,
como ellos le dicen) que La Teknika hace con Bano, buen y contestatario hip-hop
español, oí:
…aprendí a comprar mi libertad
Por unos 700 euros al mes en techo
Y otro tanto en gastos
Con eso paso los domingos haciendo
Lo que más me gusta, escuchar la
gansta rap
Y deshacer la cama,
Leo a Gorki solo en el jardín.
Y la letra sigue sobre una postura libertaria
sobre las relaciones económicas…
La frase que me quedó retumbando en la cabeza
como el dolor de la resaca del vino tinto fue “aprendí a comprar mi libertad”
Los
esclavos no son libres, pero si ahorran y el Amo quiere vender —ellos siempre
quieren vender—, podrían comprar su libertad y ser libres. Siempre que se
llegue al precio. El cuál es la renta (€700 mensuales) “y otro tanto en gastos”
y ¿para qué quiere el esclavo ser libre? Para ser feliz. Para hacer lo que más
le gusta, escuchar música y leer.
Primero. Me sorprende que se ubique como
esclavo, pues eso es lo que es el asalariado moderno. Dinant me habló de esto
antes y creo que tiene razón. Hoy ya no hay cadenas, hay deudas. Hoy los amos
les dan a sus esclavos lo justo para que no mueran y puedan seguir trabajando.
Y el esclavo es perfecto, porque el amo, como es el dueño de todo, incluida la
educación, le ha enseñado que es libre. Nadie busca algo que ya tiene. Como el
esclavo se cree libre, es el esclavo perfecto, pues nunca buscará liberarse.
Este es el peor de los esclavos. El menos peor es el que se sabe esclavo y
busca “comprar su libertad” ¿para ser feliz?
Buscar la felicidad sólo es otro modo de
esclavitud. No importa qué consideremos como felicidad, la sociedad nos la
presenta (nos la vende) como algo que hay que desear y buscar, sin
importar qué sea. Para unos es hacer lo que les gusta, para otros será dinero o
fama, pero en todos los casos se trata de felicidad. Así, la sociedad, dirigida
por los amos nos presenta la felicidad como el premio a obtener si nos portamos
bien. El amo pone a la venta nuestra libertad para poder comprarla, apropiarnos
de ella, tenemos que pagar renta y “otro tanto en gastos”. De esta manera el
esclavo deja de ser esclavo al comprar su libertad, pero en realidad el amo no
la vende, la renta… “700 euros al mes”, así el esclavo no es, en realidad,
libre.
El capitalismo ha superevolucionado al nivel de
gravar la felicidad, le ha impuesto un impuesto. La ha hecho un producto que
puede y debe ser comprado
¡Es el colmo!
Y la realidad empeora. La falla está aquí: el
amo pone a la venta (renta) la libertad pero ¿el amo es dueño de la libertad
del esclavo?
La rola sigue:
…si
ves la barbas de tu jefe arder
O al banquero caer
Entonces: ¡no hay fallo!
Si el esclavo se convence de que el amo es
dueño de su libertad, entonces el amo pude vendérsela o rentársela; pero y si
el esclavo actúa y piensa como si el amo no fuera dueño de su libertad, sería
ya libre inmediatamente sin pagos, ni rentas.
Es la ventaja de la expropiación, pues cuando
el capitalismo pone precio a algo tienes que pagarlo o con dinero o con tiempo
o con salud o con sangre o con vida. Se manejan múltiples formas de pago, pero
nunca perdona una deuda, es un sensible pero implacable agiotista.
La felicidad II
La felicidad,
Me está enseñando que
hoy no soy feliz
Por qué es que cuando tú no estás aquí
Me quiero ir
Y la tranquilidad
susurra que no me fie de ti
Por que en cualquier
momento
Me entra el lamento y
te vas de mí
Y volar sobre el mar
Rumbo a ningún lugar
Conocido aún
Y el viento al soplar
Vuelve a despeinar
Nuestra seguridad
Es la ingenuidad
Quien grita en mis
oídos
Que siempre estarás
Haga lo que haga
Siempre arrodillada
enfrente de mí
La objetividad
Embustera, mentirosa
Terca y sin bondad
Murmura frases
aburridas que al fin y al cabo
Siempre hablan mal de
mí
Y volar sobre el mar
Rumbo a ningún lugar
Conocido aún
Y el viento al soplar
Vuelve a despeinar
Nuestra seguridad[1]
r. Salazar
[1] Salazar no lo
anota, pero se trata de la letra de una canción de: Bunbury y Carlos Ann. (N. del
E.)
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