“Ello piensa”, dice Nietzsche; pero declara que afirmarlo es ya decir demasiado, pues ese “ello” no es parte del proceso, sino sólo un modo de explicarlo, un modo gramatical.[1]
Descartes dice “pienso, luego soy”[2]; pero esta afirmación se basa en “yo pienso”. Como todos sabemos, otra vez, Nietzsche está más cerca de expresar el proceso como es.
Podemos dedicarnos a pensar, pero no es el yo el que lo consigue; de repente los pensamientos llegan como si no les importara invocación alguna; igual se les busca, pero no aparecen sino hasta que ellos quieren, como si tuvieran voluntad propia.
Los pensamientos llegan a todas partes indiscriminadamente. Esto lo sabía Diógenes[3], por eso daba igual esperarlos en el tonel[4] que en la Academia[5], el Liceo[6] o la Stoá[7].
Por este motivo es común gritar “¡eureka!” en la letrina o el w.c.
A mí me llegó de este modo (como suelen llegar) un pensamiento que podría probar la existencia de Dios.
Una vez, tratando de entender a G. W. F. Hegel, mi perro, Ícaro, jugaba con un listón que tomaba entre su bocaza y lo llevaba de una parte a otra de la sala en donde yo sufría con un libro entre las manos. De vez en vez, el muy idiota, pisaba el listón con su pata al mismo tiempo que buscaba moverlo de lugar con su hocico. De este cómico modo, Icario me distraía de mi lectura de la fenomenología del espíritu. La distracción no me molestó, pues, de por sí, estaba perdido en la comprensión del filósofo alemán.
Yo luchaba contra el libro sentando en un sofá que se recargaba en una pared sin ventanas. Y miraba, desde arriba, a Pipo Icario Arantes do Nascimento luchando su batalla frente a mis pies: seguía saboteándose entre pata, hocico y listón. Yo me reía de él a pesar de estar en la misma situación (donde la única diferencia la marcaba mi pulgar oponible): Icario luchaba contra su pendejez objetivada en el listón y yo luchaba contra la mía objetivada en el libro.
En ese momento casi se de-veló ante mí una prueba de la existencia de Dios: Ícaro luchaba contra algo que no entendía, yo, viéndolo desde arriba, entendí la estúpida lucha de mi perro y podía explicársela y solucionársela. Pero yo, a la vez, libraba una lucha, la mía.
¿Alguien podría explicarme la lucha mía? ¿Alguien me miraba desde arriba —a pesar de no haber ventanas tras de mí— y podría ayudarme con la solución? Si existía ese alguien debía ser Dios.
¡A huevo!
Luego entonces, Dios existe...
La verdad, me vale si existe o no; por lo menos me vale la discusión sobre su existencia[8].
El pedo fue que yo no conseguí explicarle y ayudarle a Ícaro con su lucha, así como Dios (si existe) no me ayudó con la mía.
A Hegel terminé entendiéndole (o creyendo entenderle) hasta que una buena profesora, doctora y especialista en el tema, me lo explicó a detalle. Luego entonces, Dios es mi maestra del Curso Monográfico de Hegel o Dios no existe.
Este ha sido mi pensamiento más teológico, aunque no suelo tener este tipo de sensibilidad casi descubro una demostración de la existencia de Dios por medio de una prueba nueva: la estupidez humana y su capacidad de relacionar estupideces de distintas especies (distintas especies de estupideces y estupideces de distintas especies de animales).
Epílogo:
Si se piensa un momento, de todo lo anterior se puede decir que para creer que Dios existe primero hay que ser estúpido de alguna especie (estúpido de alguna especie de estupidez o estúpido de alguna especie de animal).
p.d.:
Para intentar zanjar el tema de la existencia de Dios, lejos de discutir sobre ella, habrá que ubicarse suponiendo un fenómeno bifróntico[9]; esto es: o Dios existe o Dios no existe[10]. Si existe, lo menos importante es discutir sobre su existencia. Existe y existirá a pesar de los ateos, los argumentos y la razón. Si no existe sólo perdemos discutiendo nuestro mortal tiempo.
[1] “Más allá del bien y del mal” §17.
[2] “Meditaciones metafísicas”, meditación segunda y en “Los principios de la filosofía”, primera parte, principio: VII.
[3] Diógenes de Sinope o Diógenes el cínico (413- 327 a .c.).
[4] Suele decirse que Diógenes vivía en un barril; digna vivienda acorde con su modo de pensar; nada que ver, por su puesto con el Chavo del 8.
[5] En torno a la Academia se congregaban los discípulos de Platón.
[6] Nombre de la escuela de Aristóteles, fundada (338 a .c.) y dirigida por éste bajo patrocinio macedónico.
[7] Lugar donde se reunían los estoicos; pues, stoa (en griego στοά) es la denominación, en arquitectura griega, de un pórtico, palabra de la que deriva “estoicismo”.
Zenón, de origen chipriota, se trasladó a Atenas en el 311 a. C., y después de tomar contacto con la filosofía socrática, cínica y megárica, creó una escuela en una Stóa poililé, es decir, “pórtico pintado”.
[8] Dicho sea de paso, el simple hecho de que la existencia de Dios está en discusión nos da una seria sospecha sobre lo ficticio de ese Dios. Si esto es así, entonces Dios sería un ser de ficción y tendría las mismas posibilidades de existir que tiene cualquier personaje de cualquier novela o cualquier superhéroe de cualquier cómic. Por lo que cualquier discusión sobre su existencia carecería de sentido y propósito.
Por otro lado, la discusión sobre la existencia de Dios no me interesa porque, siempre que se da esta discusión hay alguien presente que está a favor de la existencia, sin embargo, con este tipo de seres no se puede discutir, puesto que todas las personas religiosas o creyentes no tienen oídos para los argumentos racionales, pues, por definición, un creyente es eso: un creyente, y la creencia es una de las enemigas a muerte que tiene la razón.
[9] Bifrontismo es una palabra con directa asociación a la materia en tanto es una descripción de figuras geométricas tridimensionales. El ejemplo por excelencia del fenómeno de biofrontismo es la moneda; pues bi-fronte significa tener dos frentes, dos caras. Por lo que, dicho sea de paso (aunque no tenga nada que ver con el tema), bifronte, por extensión y/o eufemísticamente podría significar hipócrita.
[10] Esto de primera mano parece claro a todas luces. No es así: arriba escribí suponiendo un hecho de bifrontismo, o sea o existe o no existe; ‘ora que si Dios es todopoderoso, podría existir y no existir a la vez (!). Así, el tema de su existencia no sería bifróntica: existe o no existe; sino que sería algo así como bifróntica absoluta, lo cual significaría que podría abarcar ambos lados, ambas opciones del hecho de la existencia, al mismo tiempo y/o ir de una a otra: existiría y no existiría a la vez y/o no existiría y luego existiría y viceversa.
Sería como echar una moneda al aire. Un volado entre los humanos (mexicanos) es o águila o sol; es un ejemplo de bifrontismo, o es una o es la otra, pero con dios —o Dios— podrían ser las dos y/o ir de una a otra: águila y sol a la vez y/o águila cuando le convenga (y/o quiera) y sol cuando le convenga (y/o quiera). Es decir, si Dios juega o no juega a los dados no importa, lo que si hay que saber es que si juega a los volados ganaría siempre o, si llegara a perder, sería por decisión y por gusto. Dios, el terror de los merengueros.
Por Jano
Ave
ResponderEliminarOye exelente "induccion" sobre "Dios"; donde puedo leer mas de Diogenes "el perro" de Sinope(bueno o ciudadano del mundo segun el)? Por ahi lei que "Frine" (algo asi como la megan fox de ese tiempo no?) le otorgo sus "favores"...
Soy cuasi fan de ese Diogenes desde que escuche lo del "ser implumbeuo" y "busco al hombre", quiero saber mas pero al parecer solo hay anecdotas... no hay un texto que hable sobre el?
Tambien me gustaria discutir contigo sobre una "musicalizacion" para el paraiso perdido, me lateria hacer un soundtrack para esa obraa.
"pax vobiscum"
Salve