—Supongamos
que, lo que llamamos vida, es sólo una novela —me dijo Alf un día con la cara
que siempre ponía cuando creía haber tenido una idea brillante—. Entonces
nosotros seríamos personajes y…
—Y no existiría el destino, sería la trama —le seguí la corriente. Pues
cuando no lo hacía, le buscaba mostrar lo absurdo de sus ideas y lo alejadas de
la realidad o de la verdad que estaban. Él terminó esa discusión un buen día:
dije supongamos. A ti te interesa más sustentar la irrealidad de mis propuestas
y a mí sólo jugar con las probables causas y las posibles consecuencias. Y con
esa breve explicación logró de mí lo que
esperaba al contarme sus suposiciones: poner a prueba la coherencia, la lógica
interna de sus devaneos.
—Órale. Pero suponer que la vida es una novela es ya una metáfora.
—Si la vida fuera una novela, nosotros seríamos personajes y el destino
sería… ¿lo que el autor de la novela quiere que hagamos?
—Entonces ¿Dios sería el autor de la novela?
—No. Dios sería la unidad de todos los límites del autor que
imposibilitan que ésta sea una “novela” perfecta.
—Y, entonces ¿quién sería o qué sería el autor de la novela? O ¿estás
confundiendo demiurgo con Dios?
—No lo sé, lo pensaré. Pero considera esto otro: si la vida fuera una
novela, conocer el futuro podría ser asunto serio. Lo único que tendrían que
hacer los personajes sería, por medio de no-sé-qué-ardid, avanzar algunas
páginas y regresar para advertirnos a los demás.
—O, sin avanzar páginas el no-sé-qué-ardid podría ser simplemente seguir
los pasos del autor y deducir cómo sería el siguiente capítulo de la novela
—Podría ser. Pero creo que es una pésima suposición —dijo visiblemente
decepcionado.
—Por lo menos es poco original. Creo que fue Borges el que había
comparado, alguna vez, al Universo con un libro, sólo que aún no sabemos a qué
género pertenece.
—¿Y no fue Newton el que hablaba del libro de la
naturaleza? ...Me sorprendería que alguna idea mía fuera original. Pero me
quedo con la posibilidad de la adivinación o como la llaman en Física: el
Demonio de Laplace: si existiera un superintelecto que pudiera conocer el
estado de Todo en el Universo en un instante, dicho superintelecto podría saber
el estado de Todo el Universo el siguiente instante derribando así las
fronteras entre pasado, presente y futuro.
—¡No mames!
—Sí. Mira: si conozco la posición de todos los átomos del universo en un
instante y las leyes que siguen esas partículas, entonces puedo deducir qué
sucederá en todo el universo al siguiente instante. Si conozco a todos los
“personajes” de la “novela”, podría conocer algo del siguiente capítulo.
—Interesante —acepté. Para ello tendría que ser posible conocer a una
persona por completo al 100%; pues sólo eso garantizaría la capacidad
precognitiva. ¿Es posible conocer a ese nivel a una persona? —pregunté.
De inmediato respondió:
—No. A una persona no, pero a un “personaje” sí. Y conozco exactamente
cómo: con fichas de personaje. —Había vuelto su cara de idea brillante—. Mira:
si Dios existe y dicta nuestros destinos, el arte de la profecía sin su venia
sería imposible. Pero si la vida es un libro, podemos “adelantar las páginas” y
profetizar. Tú mismo lo dijiste: el no-sé-qué-ardid para seguir los pasos del
autor serían las fichas de personaje, de ese modo, por lo menos en parte,
podríamos ser videntes.
Ése Alf, si uno no lo detenía a tiempo podría irse muy lejos.
—¿Tú propones ficharlos a todos? —le pregunté.
—Sí, —respondió.
—Quieres ser un espía.
—No.
—Entonces quieres hacer trabajo de inteligencia.
Podríamos ser como el CISEN. —No. Mejor como la Dirección Federal de Seguridad.
—A sus
órdenes mi comandante Durazo —le dije.
Jano
Twitter: @aleljndr
¡Te estás luciendo!
ResponderEliminarTodo son suposiciones sobre suposiciones. La representación de la representación. No resuelve nada, pero deja satisfecha la necesidad de conocer lo oncigniscible. Ahí encontramos a Dios, el límite de los límites, las mentadas antinomias que solo demuestran nuestra ignorancia del asunto, pero algo aclaran... Sofía abre sus grandes ojos ante el espejo...se admira de su grandilocuencia prima hermana de Eclesiastés...
ResponderEliminarEnhorabuena