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  Lo primero con lo que me hicieron sufrir en cuanto a letras fue las vocales. La miss de kínder talló la tiza sobre la parte verde del mu...

A-e. A-e.

A-e.

A-e.

 

Lo primero con lo que me hicieron sufrir en cuanto a letras fue las vocales. La miss de kínder talló la tiza sobre la parte verde del muro y dejó “algo”, el vestigio de un trazo:

 

A a

 

Ésta es la letra a; dijo.

Escríbanla en sus cuadernos y digan:

aaa.

Se paseó entre las mesas revisando la ejecución de la orden y volviendo al pizarrón:

—Esta es la e, y se pronuncia eeeee. —Y así hasta la u.

Por la noche soñé con las vocales. Ellas en la alberca y yo, en traje de baño, tenía que agruparlas. Las aes juntas, las es juntas y así con todas. A, e, i, o, u. Cuando por terminar estaba con las os. Me di cuenta de que un sonido venía del montón de las aes. Eran burlas y carcajadas y llevaban rato en eso. Intimidatoriamente tomé una a y le pregunté:

—¿Cuál es la risa?

—¿Cómo sabes que yo soy una a y no una e?

—Fácil. Eres una a —y arrastrando el pie puse esto en la arena:

A a

—¿Cómo sabes que eso se dice a y no e? —Preguntó, señalando mis trazos.

De pronto el grupo de las aes se escapó al agua, pero ya no era una alberca, sino el mar.

 

De niño vi películas de terror no aptas para mi edad. Me dejaban sin poder dormir bien durante noches, aunque no recuerdo ninguna. Lo que sí recuerdo es ese sueño de las vocales bañistas como causa de insomnio infantil.

En cuanto tuve oportunidad en clase, pregunté a la miss ¿por qué la a es a y no e?

Seguro me creyó idiota. Y como no quiero hablar mal de la educación en mi país, diré que no me supo responder. Pero ¿quién puede responder a una pregunta mal hecha?

Después, años, pude llegar a: ¿por qué la a suena como a y no como e? y luego: ¿cómo se asignan los fonemas a los grafemas? Pero tampoco me respondieron. Eso semisucedería hasta la universidad:

Si preguntas sobre la asignación de los fonemas a los grafemas, uno: estás dando por hecho que, en el tiempo, primero se dan las letras y luego sus sonidos; mientras, al parecer, ha sido al revés, primero se habla antes de escribir. Tanto en el desarrollo lingüístico humano, hablando individualmente, como en el desarrollo lingüístico de la humanidad, hablando históricamente. Entonces, en todo caso deberías preguntar: ¿cómo se asignan los grafemas a los fonemas?

Dos: si preguntas usando el verbo asignar, entonces das por sentado que no hay relación “natural” entre ellos, entonces, si esto es así, obligas a que la respuesta sea: arbitraria y convencionalmente:

P.: ¿Cómo se asignan?

R.: Arbitraria y convencionalmente.

Tres: si preguntas: ¿cómo se relacionan grafema con morfema? Ésta pregunta tal vez te pueda ayudar más. Esto y leer, por lo menos, Cratilo y Sofista.






La respuesta no me satisfizo, y las lecturas sólo me perdieron más. Yo quería una respuesta y resulta que ni la pregunta tenía bien. Nunca hubiera pensado que para responder adecuadamente habría que preguntar adecuadamente. ¿Buscando respuestas aprendí a preguntar? Lo seguro fue que aprendí a angustiarme porque cada respuesta plantea más preguntas.

Salazar también lo descubrió a su manera: en alguna plática ebrios explicó:

—Buscar algo, desearlo, es la manera más fácil de perderlo, —y continuó— Es como el conocimiento, mientras más sabes, más ignoras. O como la calma, si las buscas la pierdes.

—Pero hablas de experiencias muy espirituales o intelectuales, ajenas a la mayoría de las personas.

—No —dijo—. Hasta los millonarios, que son la peor faceta del ser humano, tienen la sensibilidad necesaria para percibirlo. ¿Por qué crees que siempre quieren más dinero del que tienen?

—Por ambición.

—Respuesta simplista. Quieren más siempre porque, aunque aumenten lo que tienen, cada vez se les hace menos al compararlo con lo que podrían tener.

—La naturaleza de ciertas cosas es paradójica, supongo.

—¿Qué?

—Que Mateo 16:25, ¿no?

—No sé, no veo rugby.

—¡Olvídalo!

—¿Olvidar qué?

 

Pero no fue en el kínder donde aprendí a leer, no recuerdo nada de ese proceso; las cosas importantes que cambian nuestras vidas pueden, aunque frente a nuestras narices, suceder sin ser vistas ni olidas.

Lo cotidiano invisibiliza lo esencial

Leí en la puerta de un baño público.

Yo hubiera escrito:

Lo cotidiano nos aleja de lo esencial

Pero en papel, no en el baño. En el baño tendría que poner algo elegante y bien escrito para equilibrar la forma, el entorno, con el fondo, el mensaje de la frase; es más: tal vez tendría que usar materia fecal como tinta.

¿Qué tal: sólo tenemos ojos para lo cotidiano a la vez que somos desalmados para lo esencial?

…muy largo, precisaría mucha mierda. La mierda como materia prima de la escritura. ¡Quién lo diría!

Y ¿qué tal algo pseudoplatónico? ¿algo como:

Lo temporal nos distrae de lo eterno?

…no lo sé, nunca sé; pero releer la frase me alejó del olor a orina y coprolito y vi a la humanidad en piara pacer diariamente en la zahúrda sin ver más allá del valladar.

Pero tampoco fue en el baño donde aprendí a leer, fue en la primaria. Y cuando suspendí mi duda sobre por qué la a suena a a y no a e, por fin pude comenzar a aprender los sonidos de todas las demás letras, incluidos todos sus caprichos, como los de la h, la b y la v, además de los de la s, c y z. En ese momento que no leía, era sólo un objeto poseído por el demonio de las letras, pues sólo traducía la palabra escrita a la hablada sin comprender lo que decía, la mayoría de las veces.

 

Antes de mi encuentro con las vocales bañistas, madre me había explicado algo de letras.

Pretendo recordar que, camino a la escuela o en cualquier viaje por la ciudad, me entretenía —aún hoy sucede— mirar por la ventana.

De niño distinguía los dibujos de otras cosas que no sabía lo que eran. Madre explicó que se trataba de palabras y cada parte de ellas se llamaban letras y que todo eso me lo explicarían en la escuela.

—Pero ¿qué son las palabras, Má?

—Las palabras se dicen y se hablan, tú ya sabes hacer eso, lo que te falta es escribirlas y leerlas— Respondió pedagógicamente.

—Y, ¿qué dicen las palabras?

—Muchas cosas.

—¿Cómo cuáles?

Y señalando por la ventana dijo:

—Por ejemplo, ahí dice bienvenidos.

Eso bastó para hacerme un niño más fastidioso aún. Si ya preguntaba todo, ahora había que agregar el “¿qué dice ahí?”

Antes de saber leer sabía reconocer las palabras y preguntaba qué decían, siempre.

—Y ahí, Má ¿qué dice?

—Bienestar para tu familia.

—¿Y allí?

—Abarrotes y Licores.

—¿Y allá?

—Peregrinación a Chalma. Informes aquí.

Cuando la hartaba, me pedía paciencia, que ya aprendería yo a leer. Pero yo nunca he sido paciente, así que un día la fastidié al nivel de que, colérica me dijo:

—¡A ver si cuando aprendas a leer sigues queriendo leer todo!

Ése fue el último día que madre leyó para mí.

Cuando aprendí, leía todo lo que se podía por la ventana. Luego, en casa de la abuela donde sobraban los libros, aprendí a leer de robado. Tomaba uno o dos libros, los leía y devolvía; nadie parecía advertirlo. Quizá ahí se halla la raíz de mi costumbre por robar libros de librerías y de bibliotecas públicas y privadas.

Desde hace algunos años tengo listas de lecturas. Inicialmente sólo era una. Así, no importa en qué, siempre se empieza, con sólo una. De esa una se originaron 6: 1: lo que debo leer; obras consideradas universales. 1.1: nacionales y 1.2: internacionales. Creo no necesitan explicación. 2: lo que quiero leer; libros que simplemente me apetecen. 3: escritores. Libros para leer por autor, por ejemplo, todo Borges, todo Unamuno o todo Mishima. 4: lectura por temas: Historia del Mar Mediterráneo, Budismo Zen, Poesía Mexicana del Siglo XX, etc. Y 5: como las listas tenían un orden casi obsesivo; por ejemplo, para entrar en la 3: las novelas de F. del Paso, el orden primero era cronológico: José Trigo, Palinuro de México, Linda 67 y Noticias de Imperio. Para José Trigo no hubo problema excepto que no pude leerlo lejos del diccionario. El asunto fue para pasar a Palinuro; pues antes debía leer la Eneida, pues Palinuro es el piloto de Eneas a la caída de Ilión. Pero, para la Eneida debía tener fresca, por lo menos, la Iliada, si no es que también la Odisea… O sea: la Iliada-la Odisea-la Eneida-Palinuro de México.

La ventaja de trabajar así y con obras consideradas universales es la amplia posibilidad de caminos a elegir, por ejemplo: la Iliada-la Odisea-Ulises Criollo de J. Vasconcelos o la Iliada-la Odisea-

 

Ulises de J. Joyce o la Iliada-la Odisea-la Odisea de N. Kazantzakis. Otra: la Iliada-la Odisea-la Eneida-Paraíso Perdido, de Milton.

Como dije, orden casi obsesivo. Así que, para equilibrar, necesité la 5ª lista.

5. Cosas que ni debo leer, que ni se me antojan ni nada, libros que, casi siempre, por accidente llegaban o llamaban mi atención. Normalmente son lecturas ligeras y de moda como las sagas juveniles o cinematográficas: J. K. Rowling, G. R. R. Martin, C. Harris o T. Harris.

De pronto leer a autores vivos por variedad.

El uso, orden y seriedad de las listas de lectura varía, pues, no sé si quiero leerlo todo ahora que ya sé leer, saber que hay tantos libros y sólo una vida, me deprime a veces. Y eso sin contar otras adicciones como el cine, algo de tele y la música… y además de todo eso ¡hay que dormir! ¿Amor? Si quisiera una experiencia a la cual darme por completo —atención, dedicación, tiempo y energía— y que eso no garantice comprensión ni reciprocidad, y que si alguna de las dos se da será así: hasta que se den por sí solas; si esto quisiera, leería poesía. ¿Amor? Para eso existe la poesía.

En fin, si algún día llego a ser escritor —por milagro—, y luego un escritor afamado —por maldición— y en alguna entrevista me preguntan, desde cuando me gusta leer, responderé: Me gusta leer desde antes de aprender. Inmediatamente narraré como anécdota lo de madre leyéndome todo lo que se miraba por la ventana durante el camino a hacerme escritor. Y claro, nunca mencionaré que, según ella, a mí me gustan los libros porque guardó el resto de mi cordón umbilical como separador en el libro más grande y viejo que halló en casa.

Esto, aunque tal vez más novelesco, me restaría libertad y sometería mi voluntad a una vaga y pseudomágica idea de destino, reduciendo así un talante mío a una simple determinación a la que debo respetar y doblegarme…

 



 

Jano

Twitter: @aleljndr

1 comentario:

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