A veces por las mañanas, durante los mecánicos
rituales matutinos, casi siempre bajo el agua de la regadera o durante el
desayuno, suena una canción en el ambiente que, como en la edición de una buena
película, uno no se da cuenta cuándo empezó:
Y es que el amor es una enfermedad
que una vez contraída no se cura
y por más que uno quiera perdura
y se contagia
con facilidad.
…es cierto, es una enfermedad además de
incurable y contagiosa, progresiva, degenerativa y mortal. Sin duda, pero
¿dónde la escuchó? La recuerda seguramente porque expresa su sentir y lo hace
de una manera que él nunca podría hacer: con rima y métrica. Para eso sirve la
poesía: para ayudar a decir lo que no todos podemos decir.
¿Las letras de las canciones de rock serán
poesía?
¿Habrá sido en alguna fiesta? Pero no ha ido
últimamente a ninguna. ¿En un alto, el auto vecino con volumen arriba y
ventanas abajo? Ni siquiera podía recordar el nombre de la banda. Así no se
puede. Lo dejó y otra vez, sin darse cuenta, era la misma canción en el
ambiente.
Ya en el trabajo —volvió a sonar—, resignado, se dedicó a otra cuestión, ¿por qué uno se levanta con una canción o tonada y no se puede deshacer de ella en todo el día? Fenómeno inexplicable, pero bautizado, él lo nombró El Grillo. No se trata de un complejo —detesta la psicología—, no es mal; no hay una teoría que lo avale ni un marco teórico que lo sustente en medio de un intrincado andamiaje conceptual, por lo tanto tampoco es un modelo científico. No se sustenta en la nada validándose de sí mismo autojustificándose, El Grillo vive con raíz en la tierra. No es epistemología ni ciencia, es poesía. No podía ser de otro modo.
El Grillo (1923)
Música porque sí, música vana,
como la vana música del grillo,
mi corazón eglógico y sencillo
se ha despertado grillo esta mañana.
¿Es este cielo azul de porcelana?
¿Es una copa de oro el espinillo?
¿O es que en mi nueva condición de grillo
veo todo a lo grillo esta mañana?
¡Qué bien suena la flauta de la rana!
Pero no es son de flauta: en un platillo
de vibrante cristal que a dos desgrana
gotas de agua sonora. ¡Qué sencillo
es a quien tiene corazón de grillo
interpretar la vida esta mañana!
Música
vana, porque se ha despertado grillo bajo porcelana. ¡Qué Grillo es quien tiene
corazón sencillo para interpretar la vida ésta mañana! Otra vez, no son sus
palabras, pero las hace suyas al usarlas.
Gracias, Conrado Nalé. Dice en voz baja
Clemente.
Sobre La
Banda
Ya desde las
primeras tocadas que ellos llamaban sucesos; usaban las letras del scrabble
para el nombre. Después estandarizaron un juego en el que los asistentes de
entre el público daban nombre a la banda, esto escribiendo palabras en trozos
de papel que luego alguien, también del público, sacaba de la funda del
saxofón.
Mesas en
Yacarta.
Peras sí.
Miasma
Caca
Musas de
mierda.
Seguramente por su necia negativa a usar dos veces el mismo nombre es que, hasta hoy, nadie quiere representarlos. Tienen que generar identidad para con el público, les argumentaban. Pero la banda, contra todo intento de publicidad, no cedía. Consideraban, radicalmente, que un nombre fijo coqueteaba con hacerse marca. Ellos evitaban ser un producto. Obvio, nadie los entendíamos. Por esa misma fobia es que no hacían grabaciones ni de audio ni de video; incluso nunca o casi nunca tocaban la misma canción igual. Tanto estaban contra la cosificación de la música que sus pocos seguidores tenían serias dificultades para coincidir con sus tocadas, pues una banda sin nombre no se puede poner en un cartel o volante con las fechas, los lugares y horas de los eventos. Los sucesos no se pueden programar, simplemente suceden. No queremos citar a nadie, no queremos asistentes, queremos coincidentes. Además, como no tenemos tracks sino sesiones y no tocamos las mismas de las misma manera, entonces no somos la misma banda en cada tocada: la música es tan sublime, tan inasible que grabarla o nombrarla se convierte en una dificultad para comprenderla como es.
Y del género
sin duda se trata de una mezcla sinérgica entre el punk y el free jazz.
Salazar,
batería y percusiones.
Clemente,
principalmente tuba, frecuentemente flauta transversal, y esporádicamente
banjo, theremin, entre otros.
Alf, saxofón.
Olga, d. j.
Y yo,
letrista.
Antes, con la
vocalista anterior, la que sí era cantante, las letras se cantaban, pero como
yo no canto ni bajo tortura, ahora, se recitan; yo las leo mientras ellos
tocan. De repente le pongo algún efecto al micrófono para darle variedad y
ampliar posibilidades al momento de usarlo.
Estoy nervioso, hoy es la primera vez que toco con
ellos. Lo que me tranquiliza es que comienzan sin mí, con algo que llamé, Los
peores escritores del mundo; le pasé un audio a Olga de una entrevista que le
hicieron a Roberto Bolaño y La Banda improvisará sobre eso. Claro, Olga hizo
maravillas, todos son muy buenos en lo que hacen, de quien dudo es de mí.
Los
peores escritores del mundo.
CW: A
propósito de Rimbaud, te relacionaría con algunos poemas iniciales; de la
adolescencia –justamente– de Rimbaud, de los primeros poemas. Unos poemas que
se llaman La Bohemia donde él cuenta unos días que tuvo unas escapadas a París,
cuando se escapó de su casa, y vaga feliz y libre, junto a los rieles del tren
y siente una especie de éxtasis, y de felicidad. ¿Has sentido tú ese momento,
ese estado de gracia, en la literatura y en la poesía?
RB: Yo creo
que todos los escritores, incluso los más mediocres, los más falsos, los peores
escritores del mundo, han sentido durante un segundo la sombra de ese éxtasis.
Sin duda el éxtasis, no lo han sentido. El éxtasis tal cual, quema. Y alguien
que lo sienta durante un segundo y luego retorna a su mediocridad existencial,
es evidente de que no se ha metido en el éxtasis. Porque el éxtasis es
terrible. Es abrir los ojos ante algo que es difícil de nombrar, y difícil de
soportar.
CW: Ahora,
este éxtasis al cual muchos poetas han hecho referencia: Rimbaud, Baudelaire,
que incluso uno puede sentir en un anti-poema de Nicanor Parra; ¿Se puede
sentir en la narrativa ese éxtasis; en la novela?
RB: Yo creo que la mejor poesía de este siglo está
escrita en prosa.
a.
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