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  §     I         I. Teoría de la felicidad o el principio del mínimo esfuerzo.   Si es fácil de hacer, ¿entonces es permitido por...

De teorías y otras insignificancias. De teorías y otras insignificancias.

De teorías y otras insignificancias.

De teorías y otras insignificancias.

 

§

 

 

I        I. Teoría de la felicidad o el principio del mínimo esfuerzo.

 

Si es fácil de hacer, ¿entonces es permitido por la autoridad?

¿El sistema? ¿El poder?

Si es fácil, ¿conviene a la producción, reproducción y mantenimiento de las condiciones que permiten todas las formas de relación que rigen entre las personas?

 

 

 

II. teoría del amor.

 

Platicar los disgustos. Acordar cambios. Quien modifica cambia. El cambio con objetivos y fines específicos es mejora. Quien mejora genera expectativas en el Otro: deuda

¡Albricias! Has firmado un contrato.

Si no se cumplen (mejoras y expectativas). Si no se satisface la deuda. La plática ocasiona más problemas de los que resuelve ¿Platicar los disgustos? ¿Acordar cambios?

¿Solución?

No generar expectativas de ningún tipo.

¿Cómo?

No acordando (cambios); sino aceptando al Otro tal cual es.

¿A quién amas?

¿A quién tienes enfrente o a la idea que tienes de quien tienes enfrente? Carne, sangre, huesos y pelos; o proyectos.

Ésa es la cuestión.

Atte.

Hamlet Pérez

 

 

II.I La teoría política

 

El amor como la base de todo. Verdadero Jesuscristianismo: “Ámense, ¡al cabo y qué!”

Un poco de comida compartida entre todos. Un tanto de salud cuidada por todos. Y lo demás no importa.

La responsabilidad para con los demás es la responsabilidad para consigo. El yo en los otros; sin acuerdos; sin contratos ni pactos. Sólo corazón, humanidad, amor.

 

 

 

III. La felicidad no es amor, el amor es libertad.

 

Yo te amo. Quiero lo mejor para ti. Pero el orgullo, ni el sentido de propiedad —tan común en las relaciones sentimentales— me han hecho imbécil.

¿Cómo sé que yo soy lo mejor para ti? No lo sé. Así que: ve: ¡busca! Busca lo mejor para ti, sea lo que sea.

Si es un lugar y no quieres soledad, iré contigo. Si es una experiencia y quieres compartirla, desde ya, sin saberla, la quiero vivir contigo. Si es una persona que necesita el espacio que ocupo junto a ti, si sólo buscas vaciarlo, ven, tómalo. Nunca fue mío. Tú tampoco.

 

Yo sólo te amo

 

 

IV. $

 

Hay quien ama como quien compra. Confunden relación sentimental con relación económica, seducción con disuasión; no comparten, intercambian, no se comunican, turnan la palabra; no hacen el amor, se masturban con el Otro. Compran compañía, pagan comprensión.

Alquilan orificios. Pagan amor con amor. Como si se tratara de una moneda y sienten que es lo correcto. En realidad no aman, negocian.

Por eso detestan la prostitución, porque les muestra lo que son:

 

 

 

V. Decisiones prepagadas

 

¡Soy libre, pero muy libre! Elijo qué marca comprar. Elijo si compro o no compro. Si trabajo o no trabajo para poder o no comprar.

 

 

§

 

 

Eurosis.

 

«Como nuestro mundo es muchos mundos, nuestro mundo también es dos mundos. Contrarios, complementarios, el de los productores y el de los consumidores; nos separa una frontera —como todas— imaginaria. La frontera del tener, del poseer. Ellos tienen el dinero, nosotros no. Ellos tienen la riqueza, nosotros el hambre. Una de sus regiones la llamaron Europa; una de las nuestras la llamaron América Latina.

Cuando, gracias al dinero, la frontera que separa a ambas es cruzada nadie vuelve a ser el mismo. Cuando ellos vienen y aquí conocen la miseria que genera su riqueza, quieren justicia; cuando algunos (pocos) de los nuestros pueden ir allá, conocen la riqueza que genera nuestra miseria, envidian su bienestar.

Egoísmo centrífugo. Egoísmo centrípeto.

Ellos en baño de pureza. Nosotros en eurosis.

Contrarios, complementarios.»

 

 

§

 

Me odio.

 

Cuando no soy capaz de percibir la belleza en el mundo que resulta más cabrón que bonito.

Cuando mi horizonte termina en las puntas de mis zapatos y no puedo amar.

Cuando no amo me odio

Cuando no me amo me odio

Cuando olvido respirar y me lo tomo todo muy en serio. Y me abandona la humildad. Cuando (siento que) no puedo más, me odio.

Cuando dejo de reír y cuando me siento solo en la broma; el loco que carcajea solo, abandonado a su egoísta diversión, entretenido con sólo-él-sabe-qué. Solo.

¿Y qué tal cuando veo a esas parejas que se besan y pienso lo ilusas que son porque la felicidad les hace olvidar que todo termina, que para siempre no existe? Sí, también me odio.

¿Y cuando yo soy parte de esas parejas y pienso que todo termina, a veces, al nivel de no poder disfrutar los momentos y por eso ando a paso lento, triste, derrotado?

…también me odio.

Y cuando soy feliz y recuerdo que no todos son felices, me odio.

Y sí, por si alguien ya lo sospechaba, cuando me odio también me odio.

 

 


 

 

a.

 

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