En México,
donde política significa una forma de la delincuencia, se le llama hueso al
beneficio que se puede obtener merecida o inmerecidamente (la mayoría de las
veces) para poder vivir del erario público. Obtener un puesto por nepotismo o
aumento salarial vía favores sexuales y un muy amplio etcétera, cuyo único
límite es la creatividad de la corrupción política mexicana.
“Tras el
hueso”
“Agarrar el
hueso”
Así se dice.
Y “huesear” o
“hacer el hueso”, tiene un significado vecino. Es una forma muy sutil de
prostitución.
En el ambiente musical de la Ciudad, ignoro si en algún otro; sólo conozco éste (y eso apenas y más o menos); huesear se dice del músico que toca por $, no por gusto, no por favor, sino por necesidad. El hueso es el impuesto impuesto por el Capitalismo a los artistas musicales para tenerles siempre en claro que el dinero —todopoderoso— pude pervertir todo lo que toca y también —¡Todopoderoso!— lo que no.
Algunos
músicos pagan éste insoportable impuesto con desprecio, otros más realistas,
esto es, más materialistas, lo hacen con tranquilidad y profesionalismo,
conscientes de que el hueso permitirá pagar la otra música que sí quieren
hacer, la suya, la que sin el hueso sería difícil o imposible de mantener.
Clemente
Felipe Desousa, —alias Clemens, Felipão, o, como le dice Rufino:
Inclemente y Deseoso— es de estos últimos. Clemens, en promedio participa
activamente en 13 proyectos, de los cuales 3 o 4 son hueso, la banda de una
iglesia o templo, creo le llaman, algunas big-bands y la banda de guerra de
algún cuerpo represor; no recuerdo si la marina, el ejército o la policía,
siempre los confundo.
En
los otros proyectos, en los de poramoralarte, está, por supuesto, La Banda, una
especie de orquesta de cámara, algún cuarteto de alientos metal y otros
indescriptibles por harto experimentales.
La banda de la iglesia
Se
trata de una secta del cristianismo y sin escándalo, pues, una secta es una
tipo o categoría, es una forma de una religión en particular, así se puede
decir que el budismo, por ejemplo, tiene, prácticamente (como mínimo), una
secta por país: India, China, Japón; el budismo como rama de hinduismo, el
chan, el zen. Y al interior de cada secta puede haber subsectas como en las
categorías subcategorías y en los tipos subtipos. Así el budismo zen tiene el
soto zen y el rinzai zen. Ellos les llaman escuelas, La Escuela Soto y la
Escuela Rinzai.
Bien, si el Cristianismo es la religión
con fundamento en Jesús el Cristo, entonces, protestantes, católicos y
ortodoxos serían todos cristianos, o sea, sectas y cada secta tiene subsectas.
Ignoro
si el templo o iglesia en el que huesea Clemens es secta o subsecta y, la
verdad, ni me interesa saberlo; pero ahí, se canta con música en vivo y es el
mejor hueso que un músico pueda conseguir. Tomando en cuenta que aquí mejor es
mejor pagado, poco esfuerzo, cero exigencias. Además como hay templos por todo
el país, las giras son frecuentes. Clemens es muy buen músico aunque cero
religioso pero muy adicto al poder de la música.
En
los templos donde toca entran en comunión los creyentes con el espíritu santo
vía la música. O sea, la música es el puente que re-liga (religión: re-ligare)
lo humano y lo divino. Así Clemens, durante los ritos atestigua la arenga del
Pastor cuyo clímax es el canto al cual él y otros músicos acompañan.
La música, a pesar de simple, repetitiva y
facilona, ejerce un poder sobre los feligreses como sucede con los asistentes a
un concierto. Todo ejercicio de poder genera adicción. Y éste caso no es la
excepción. La
música: la única adicción de Clemens.
a.
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