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      No es ateo; eso es simplemente seguir jugando pero patear el balón para el otro lado, es decir no , donde se dice sí sobre la mi...

Un tipo normal Un tipo normal

Un tipo normal

Un tipo normal

 

 

 


No es ateo; eso es simplemente seguir jugando pero patear el balón para el otro lado, es decir no, donde se dice sobre la misma idea; ateos y creyentes son rivales —variaciones sobre el mismo tema—, les importa en demasía el juego. Digamos que él es del tipo que ni juega, ni asiste al estadio a ver el encuentro, ni busca informarse de los resultados —se necesitaría cierto tipo de morbo del cual ya carece—, se la pasa entreteniéndose en otras cosas, como leer o escuchar música. No digo que no sea morboso, pero prefiere las películas gore a periódicos o noticieros. En la ciudad en la que vive, cuando hay un accidente automovilístico se hace tráfico más por las personas que bajan la velocidad cuando pasan frente al choque para verlo que por el choque mismo; él pasa de largo sin mirar, y aun así tiene fama de insensible: los que se detienen a echar un ojo al accidente no entienden cómo puede soportar escenas de películas tan fuertes, violentas, sangrientas, y además disfrutarlas; él no comprende cómo ellos no pueden dejar de mirar cuerpos de seres humanos muertos, ensangrentados y con frecuencia mutilados. La ficción es fácil, la realidad no. ¿Quién es el insensible?

Mira las películas de terror solo y de noche, está seguro que así se deben mirar; es cierto, a veces le cuesta dormir, pero eso es disfrutar; confundir disfrute y placer es astigmatismo, algo muy común, por cierto. Sabe que los monstruos no están debajo de la cama y que ninguna sobrecama es protección, pues ellos están entre las sábanas de uno mismo. El miedo está en nosotros, lo de fuera es sólo un pretexto. Ahora, para decir verdad no le gustan las películas de terror, pero le parece hipócrita y descafeinado que las personas digan que les gustan y que las miren acompañados y con la luz encendida. Lo considera miedo a vivir.

Piensa que las personas no saben vivir, que por estar vivos dan por hecho que no es algo que se tenga que aprender, de la misma manera que por ser ellos mismos no tienen por qué buscarse, conocerse. Dar por hecho, cosa peligrosa, lo supo desde niño. También aprendió desde entonces a no mostrarse tal cual es. No hay que preocuparse, se trata de un tipo normal que oculta lo que a los que le rodean les parece desagradable. Una persona como todas.

 

 

Compañera de celda

No te mentiré: estás jodida. Todo ha cambiado para ti, te parecerá que tus días de libertad y tranquilidad se acabaron, que tu tiempo ya no es tuyo, no elegirás dónde vivir, ni qué ni a qué hora comer; vivirás en dieta eterna, pues si pierdes tu figura lo pierdes todo; no elegirás qué ponerte o cómo ponerte, imagina, ni tu nombre elegirás.

Suena injusto, pero si lo consideras un momento, podría ser peor: siempre puede ser peor; por lo menos tú a diferencia del resto de la humanidad sabes la verdad, y la conocerás en carne propia sin el velo del drama; estarás curada de la epidemia de ceguera que aqueja nuestros tiempos.

Como crees que lo has perdido todo no te das cuenta, pero con el tiempo advertirás que hasta en la peor de las situaciones se puede elegir, hasta en la celda más aislada y mejor controlada, un preso decidido halla formas de liberación. Me he enterado de alguien quien a mano se arrancó su propio cabello y luego lo tejió para ahorcarse con él, de quien se ha ahogado tragándose su propia lengua arrancándosela a mordidas. Si me preguntas, el que merece mis respetos es el de suicido por inanición. ¡Qué disciplina! En cualquier caso, pudieron equivocarse, ¿quién les garantiza que después de la muerte no viene algo peor que la vida? Hay otras que deciden ser libres al interior de la prisión y así vencer su esclavitud; adornan sus celdas y así se las apropian… en fin, ya decidirás qué opción tomar; entre la negación y la aceptación hay un universo de posibilidades.

Como el cambio ha sido brusco te será difícil ver que al perderlo todo uno se da cuenta de lo que verdaderamente le pertenece: poca cosa. Y ese estado de conciencia al que estás en posibilidades de acceder no es poca cosa. Hay quien vive cien años y no lo logra nunca.

Es cierto, te secuestraron, pero estás consciente, pues bien pudo haberte mantenido a régimen de heroína durante semanas para, una vez enganchada, manejarte a su antojo. Esa es la costumbre. No es tu caso, te dio opciones. Mira, aquí está toda esa heroína que debería inyectarte, y acá está toda la que mensualmente te daría por el resto del año, tú eliges si usarla o venderla; pero no te confundas, esto no es debilidad o humanidad de su parte, es negocio. Sus colegas no quieren ver que la heroína además de controlar daña, hay quien prefiere usar LSD, yo misma lo he preferido, pero es una decisión poco inteligente; una chica que no usa drogas y es sana, amplía su desempeño en el trabajo. Ganarás buen dinero, claro, haciendo algo desagradable, ese será tu trabajo: recibir dinero por algo que odias hacer.

Sobre tus ganancias. Puede arreglar que hagas envíos a tu familia y los recibirán sin saber de quién viene o, si quieres que lo sepan, puede ocultar cómo lo obtienes. Es más, si te ganas su confianza portándote bien y demostrando tu lealtad, tal vez puedas pasar alguna navidad con ellos. Obviamente no deberás hablarles de él ni de lo que haces aquí y tendrías que volver. Y si no vuelves o intentas denunciarlo… bueno, irá por ti y por toda tu familia y entonces… Entonces me estoy adelantando, ya llegará tiempo para hablar de eso.

Así que si crees que tienes mala suerte deberías pensártelo dos veces.

 

 

Sueño

Eran las 5:45 de la madrugada; una joven mujer, de rasgos faciales sugestivos, generosas piernas y caderas, lo senos no los recuerdo; me hablaba en inglés, francés y alemán, yo, por supuesto le entendía. Ella se divertía brincando entre idiomas durante la plática. Me contaba sobre sus competiciones y de cómo llegó a ser campeona mundial, ¿la disciplina?, no la recuerdo. Me sentí avergonzado, pues yo no sabía quién era cuando se me acercó en aquel bar; y la vergüenza crecía pues, al ir caminando hacia su casa, las personas la reconocían, algunos le pedían autógrafos y le preguntaban si podían hacerse foto con ella. Obviamente yo hacía de fotógrafo improvisado. Su enorme casa parecía un palacete. No sé si al irnos o como juego nos pusimos a cerrar las puertas de un pasillo muy largo y descubrimos a una señora de pie. Luego la campeona mundial de noséqué comenzó a realizar movimientos agilísimos, antinaturales, imposibles. Eso me dio un poco de miedo e intentaba detenerla, esto es, tocarla, pero no lo conseguí, siempre rápida se alejaba al acercarme. Entre intentos, mi cuerpo fue adquiriendo mayor velocidad en mis movimientos. Mis piernas y brazos eran tan rápidos que no los podía ni ver. Así, ella entendió que buscaba golpearla, mientras sólo quería tocarla. Creo que esto le molestó, se hizo aún más ágil. No logré nunca tocarla. Ella comenzó a decirme ¡ignórame, ignórame! y comenzó a acercarse, me tocaba y se alejaba tan rápido que apenas podía parpadear. En ese momento estaba muy espantado. Así que la obedecí, traté de ignorarla. Pero cuando la trataba de ignorar empezaba a desaparecer…

Hablar de cualquier cosa, recuerdo, idea o sentimiento o sobre cualquier parte de la realidad, al ponerlo en palabras se estaría desvirtuando. 

 

 



 


a.

 

 

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