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  Dos señales. La primera vez que sentí una experiencia cercana a la Iluminación fue cuando me di cuenta que tenemos una mezcladora de audio...

Señales. Señales.

Señales.

Señales.

 Dos señales.

La primera vez que sentí una experiencia cercana a la Iluminación fue cuando me di cuenta que tenemos una mezcladora de audio. En el mismo canal mete dos señales, la del interior y la del exterior. Tons “escuchamos” —sentimos, percibimos—, captamos como idénticas el ruido del vecino de arriba y los pensamientos que tenemos (interior).

Es más, esa señal “interior” podrían ser muchas señales. Damos por hecho, sin mucho análisis que eso llamado “voz interior” o “fuero interno” es una voz y que además es nuestra. Ya no estoy tan seguro. Si la “mezcladora de sonidos” hace pasar dos señales (la interior y la exterior) como una, ¿qué la detiene para hacer pasar muchas señales como una? O ¿hacer pasar una señal ajena como propia?




Zona de confort.

Existen unos dispositivos bebunos en forma de cubo del cual la cara de abajo es acolchada, las cuatro que la rodean tienen malla y la de arriba nada. Sirven para colocar al bebé dentro. La primera vez que vi esto sólo pude pensar que se trataba de una jaula; corral para bebés, me corrigieron. Casi adivino. Y para ser consecuente con el absurdo, hice un letrero que decía:


No alimente al bebé.


Y lo colgué en un costado del corral. Los padres del bebé, ahí sí, se indignaron.

—No es un animal ¿por qué le cuelgas ese letrero?

—Exacto —les dije— no es un animal, ¿por qué lo enjaulan? Les molesta un letrero pero están bien con una jaula.

Hay personas con las que no se puede dialogar. Yo soy una de ellas. Los derechos humanos tienen límites. Uno de ellos es la paternidad: cualquier padre o madre puede violar en orden todos los derechos humanos, pero si le llama educación queda exento de castigo.

Creo que entiendo la lógica del “corral para bebés”. La idea es la seguridad del humanito por medio de controlar su entorno. El “corral” limita el área de estancia del bebé y controla los elementos a los que tienen alcance y acceso. El “corral” no funciona si el bebé ya camina, sólo si está en la etapa de gatear. Y aun gateando, eventualmente, todos los bebés buscan lo mismo: salir del corral, romper con los límites impuestos, de aquí concluyo que el ser humano es inherentemente rebelde. Luego, cuando aprenda a “escapar” del “corral” tenerlo ahí carecerá de sentido. Buscará aprender a caminar y la casa deberá adaptarse para disminuir los accidentes asociados a dicho proceso. Si ya camina, se le restringe la cocina y otras áreas, también por su seguridad, y el bebé las buscará. Ya de niño se le permitirá el acceso a la cocina con estrictas restricciones: la estufa, el cajón de los cuchillos, los químicos: jabón, cloro… conforme crece aprende a usar estos elementos e instrumentos en otro momento peligrosos. En este punto el “corral” se ha ampliado a toda la casa, y, obvio, el ahora niño o adolescente, busca, también salir de ése “corral” y lo logrará, en algún punto, de la misma manera que se le confió el manejo del fuego y de cortantes en la cocina, se le confiará salir solo a la calle, y luego salir solo de la ciudad, del estado, del país.

El “corral” se ha ampliado. En este punto los límites físicos sólo tendrán que ver con el dinero.

Bien. Al ampliarse el “corral” la posibilidad de ampliar la zona de confort se presenta. Sucede de igual manera en el aspecto mental: los padres nos meten a un corral para bebés, luego, si escapamos de él, sigue otra restricción y luego otra y otra.

La única diferencia entre la zona de confort física de la mental es que la física la buscamos romper y ampliar siempre, la otra no.





El espejismo de la seguridad.

La seguridad es una ilusión.

La seguridad es una forma en que se demuestra la necesidad de control.

La ilusión de control para los budistas.

La seguridad para los occidentales.

La sensación de seguridad es la misma burbuja que la sensación de control. Es un consuelo que se dan las personas ilusas a sí mismas.

Es el abrazo a sí mismo deseándose felicidades en la soledad del aniversario cumpleañero o cuando se logra algo digno de celebrar pero que nadie advirtió.

—¡Me felicito! —mientras se palmean el hombro en señal de ánimo.

Es la droga que promete tranquilidad sintética.

—Si manejas no bebas

Como si los accidentes sólo sucedieran en la ebriedad.

—Estudia, consigue un título.

Como si la universidad acabara con el desempleo, como si el $ comprara la tranquilidad.

—Sé bueno.

Como si eso garantizara reciprocidad. Como si la bondad fuera un bien a trueque: tanto das, tanto recibes; o peor: tal cual das, tal cual recibes.

Al buscar tranquilidad —pocos saben que esto es lo que en realidad buscan— por medio de la seguridad, lo único que consiguen es consuelo, y con eso se conforman.

La mediocridad en el camino a la Paz Interior se llama Consuelo.










r. salazar

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