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  Pep @Irispep   Es irónico cómo es que llegamos a esta etapa de esto que no es una relación. Llevamos 5 “salidas” y las mismas entrad...

La caja de condones La caja de condones

La caja de condones

La caja de condones

 

Pep

@Irispep

 

Es irónico cómo es que llegamos a esta etapa de esto que no es una relación. Llevamos 5 “salidas” y las mismas entradas. Y no terminamos de entender cómo funciona pero hoy, una caja de condones me recordó cómo es sentirse adolescente de nuevo y experimentar en la vida.

 

Tuviste que tomar una llamada y me recosté poquito en el sillón, la verdad no me acuerdo cuánto tiempo pasaste en el teléfono, pero me dormí un poco. Acabando tu llamada saliste del cuarto y caminaste a la sala, me viste y dijiste sentir ternura por mi profundo sueño. Te acercaste poquito y me diste un beso en la frente, sentí tus labios y desperté ligeramente mareada aún por el vino de la cena.

 

Sonaba Volver a Comenzar de Café Tacuba, un grupo que me encanta pero que recién supe que te gustaba también. Caminaste al comedor y te sentaste en la silla junto de la mía, entonces te seguí, estando frente a ti me tomaste de la cintura y me jalaste, abrí las piernas un poco y me senté en ti. Te di un beso largo y lento, entre risas nerviosas y ratos un poco más intensos. Luego te bese los ojos, los cachetes, el cuello, la boca, la nariz. En esos momentos me asusta un poco que el sexo entre nosotros se vuelva amor, pero prefiero pensar que esa es nuestra manera de amar lo ajeno, lo lejano, lo que nunca vamos a tener.

 

Entonces me dijiste “Susana dijo que la próxima vez que nos viéramos, iba a traerme una caja de condones, porque nos debíamos cuidar”, no pude aguantar y solté la risa indiscreta de un acuerdo que no cumplí. “No la traje, obvio”, respondí. Entonces de tu bolsa del pantalón sacaste un condón. Mi cara de sorpresa se apareció y el gesto siguiente fue más un agradecimiento, porque un hijo entre nosotros es lo que no necesitamos ahora. Entonces te pregunté “¿de dónde lo sacaste, cuándo lo compraste?”. Te reíste y dijiste “cuando fui a la farmacia, pasé por el pasillo de condones y me acordé de ti, no porque sea regla que cuando vienes acabamos sin ropa por toda la casa y profanando cualquier rincón de la misma, pero sí porque esperaba que pasara otra vez y otra vez y una más”.

 

Entonces seguiste besándome tan tierno, tan rico y te quité la playera. Te pasé la lengua por el cuello, te besé los hombros, bajé a tu pecho. De rodillas frente a ti empecé a besarte en medio de las piernas por encima del pantalón, era evidente que estabas tan excitado como yo, pues con tu sexo bien parado te levantaste y me quitaste la blusa, luego el bra te complicó un poco y yo me reía, no era posible que un broche de brasier te estuviera fastidiando. Por fin se soltó y me lo quitaste para dejarlo en la mesa. Volví a ponerme de rodillas y te bajé el pantalón, para empezar a deslizar tu miembro en mi boca. De forma suave y lenta lo metía y en tu cara notaba cuando te gustaba. Me dijiste que parara, que ahora te tocaba a ti.

 

Me levantaste y me quité el pantalón mientras tú te quitabas el tuyo. Me dijiste que fuéramos a la sala, me tumbaste de forma arrebatada en el primer sillón libre que viste y ahora fuiste tú el que estaba de rodillas ya. Comenzaste a besar mi sexo y bueno, sabes la risa que me da, pero también me dan ganas, ganas de tenerte dentro y moverme hasta que acabes ahí. Total que tu lengua se metía más y más en mi y me arrancaba algunos suspiros, con las manos te quité de ahí y te pedí que me lo metieras ya, ambos estábamos igual de calientes, igual de locos. Y mientras sacabas el condón y te lo ponías me perdí en tus ojos, me pregunté por un momento ¿Cómo es que llegamos hasta ese punto? ¿Cómo es que cogemos tan bien, pero no nos queremos querer? Quizá ahí radica el que digamos que es solo sexo, que no queremos comprometernos más pero tampoco sabemos dar menos.

 

Terminaste de ponerte el condón y entonces sí, te sentaste en el piso y me pediste subirme en ti, tomé tu pene con mis manos y lo acomodé para meterlo de a poco, pero eran más nuestras ganas que nos movíamos rápidamente y mientras me cogías de forma casi gloriosa, me empecé a reír y te dije “pinche Julio”, preferiste comprar condones a evitar que pasara esto. Te reíste y me preguntaste “¿sigues pensando en los condones? Los compré porque no trajiste la caja que dijiste”. Y entonces pensé “pinche caja de condones”. Seguías metiéndote en mí, y yo lo disfrutaba mucho, grité un par de veces un poco más fuerte y con tus besos intentabas ahogar mis gritos. Me dijiste “voltéate”, te hice caso, me apoyaste contra el sillón y te pusiste detrás de mí, empezaste a empujarte mientras tus manos se aferraban a mi pecho y yo gritaba un poco más, ibas y venías y los disfrutábamos mucho.

 

Te detuviste, me sentaste apenas en la orilla del sillón y tu hincado empezaste a cogerme otra vez, te juro que sentí que jamás terminaríamos, ya de frente me preguntaste “¿te gusta?”, me reí y te contesté “¿no sabes, no se nota?”, y parece que eso te calentó mucho porque en la recta final de ese acto glorioso me cogiste con tanto amor pero también tantas ganas que acabamos, acabamos juntos porque tu cara me lo dijo y mis gritos la secundaron. Me abrazaste, te recargaste en mi pecho y así nos quedamos un rato. Te abrazaba también y te besaba el pelo, te acariciaba la cara, quería guardar para nosotros ese momento.

 

Luego lo frío de la noche y la lluvia nos hicieron buscar un lugar más cálido para estar. Te levantaste y tomaste tu ropa, solo el boxer y la playera. Me pasaste la mía, me la puse y me puse mi blusa también. Fuiste a la recámara y sacaste una manta, bajaste dos cojines de los sillones al piso y te acostaste, me invitaste con la mano a acostarme junto a ti. Entonces riéndome nerviosa me acomodé y nos tapamos con tu manta. Me besaste la frente y me abrazaste fuerte. Te abracé también y así dormimos un rato. Todo ese tiempo, todo este tiempo no ha sido solo sexo, todo este tiempo hemos mezclado sentimientos y apenas caí en la cuenta de lo mucho que te quiero.

 

Te guardo la caja de condones para cuando nos visitemos, tú guárdame los abrazos para cuando terminemos.





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